I
REFLEXIONAD, HERMANOS
Quiero deciros en nombre de la verdad cósmica, en
nombre de eso que es lo real, que hay necesidad de morir de instante en
instante, de momento en momento; sólo con la muerte adviene lo nuevo. Alguien
por ahí, cuyo nombre no menciono, algún autor por cierto muy famoso, decía que
tal vez en el año 2,007 vendría una Edad de Oro para el mundo. Obviamente esto
me parece un absurdo, ¿de dónde vamos nosotros a sacar esta Edad de Oro?, ¿con
todos estos egos que están retornando incesantemente?, ¿con los yoes?, ¿con el
yo? Me parece que eso es imposible, absurdo.
Realmente no es posible una edad de luz y de gloria
en tanto no hayamos muerto en sí mismos. ¿Cómo podría haber paz sobre la faz
dé la tierra si cada uno de nosotros lleva adentro los elementos que producen
guerras? ¿Cómo podría haber amor si dentro de cada uno de nos existe el odio?
¿De dónde sacaríamos el altruismo, cuando en el fondo de nuestra conciencia
llevamos, desgraciadamente, el egoísmo? ¿Cómo podría resplandecer la castidad
si en lo hondo de cada cual hay lujuria?
Incuestionablemente, mis caros hermanos, seria imposible
crear una edad de luz en estas circunstancias, el ego no puede jamás crear una
edad de luz. Así pues, toda profecía en este sentido me parece totalmente
falsa.
Obviamente, debemos morir de momento en momento,
sólo así adviene la luz; empero la multitudes ¿qué? Si el conglomerado socia!
está bien vivo, si los yoes retornan incesantemente, si vienen constantemente
a este valle del Samsara, entonces, ¿de dónde sacaríamos esa edad de oro?,
¿quién la edificaría?, ¿el ego?, ¿Satán?, ¿el mí mismo?, ¿el si mismo?, ¿el yo
pluralizado?, ¿los yoes de las multitudes? Reflexionad profundamente,
hermanos.
LA PROFECÍA SOBRE HERCOLUBIJS
Obviamente, estamos en vísperas de un gran cataclismo
cósmico, eso es ostensible. Ya los científicos saben que hacia la órbita de
nuestro planeta Tierra viene un mundo, se le llama el Planeta Rojo. Se acerca
y los hombres de ciencia quieren alejarlo con explosiones nucleares, empero
todo será inútil, llegará un instante en que tendrán que cumplirse todas las
profecías.
Ya Mahoma habló claramente, habló del terremoto que
nos está reservado desde el principio de los siglos. Dice textualmente que
“entonces las montañas serán machacadas”, que “volarán por los aires cayendo
hechas polvo”. Esto nos invita a reflexionar...
Todo esto sería imposible si no hubiese un terremoto,
pero ese terremoto ¿por qué sucedería? Indubitablemente, tal evento
acontecería por una colisión de mundos y precisamente eso es lo que va ha
suceder, mis queridos hermanos. El Apocalipsis también nos habla de un gran
terremoto, tan grande, dice, como jamás lo hubo sobre la faz de la tierra.
Quiero que reflexionéis muy a fondo sobre cl momento en que estamos
actualmente.
Realmente vivimos una época difícil, estamos en los
tiempos del fin, como dice el Apocalipsis de San Juan, en el principio del fin
de la era de los gentiles. La tierra antigua, la Atlántida, pereció por e]
agua; nuestra tierra presente será quemada con fuego. Sobre esto también habló
claramente Pedro, en su Epístola 2a. a los Romanos, ~ dice que la tierra y
todo Jo que en ella está será quemado con fuego. Y eso es verdad, mis caros
hermanos, los elementos ardiendo serán deshechos.
Reflexionad en esto, profundizad. Ciertamente esto que
estoy hablando tiene un viso dc tragedia, es verdad, pero es que no quiero
desaprovechar ni siquiera un instante para llamaros la atención. Es necesario
que viváis en estado de alerta, sí, sobre todo en estos tiempos tan difíciles.
En el mundo de las causas naturales pude vivenciar ese
futuro que le aguarda a nuestro planeta Tierra. Lo que vi realmente fue
espantoso, las doce constelaciones del zodiaco aparecían en forma simbólica,
pictórica, alegórica, como doce gigantes terribles, amenazantes, grandiosos y
de ellos salían rayos y truenos. Parecía como si ya en esos instantes fuera el
fin, la catástrofe final. También me di cuenta, mis caros hermanos, de que
gente de otros mundos no ignora lo que va a suceder y se prepara. Podéis estar
seguros que en el día y en la hora naves de otros mundos, de otros planetas
tomarán, dijéramos, fotografías -usando esta vez nuestros términos terrestres
dc fotografiar o imprimir imágenes en alguna placa o en algo parecido-, con el
propósito de guardar ese recuerdo entre sus archivos.
El planeta Tierra se trata de un mundo en el que la
humanidad ha sido sentenciada -por sus maldades, una humanidad terriblemente
perversa.
En otra ocasión platicaba yo con mi Divina Madre
Kundalini y me decía:
-Ya todo está perdido, el mal del
mundo es tan grande que ya llegó hasta el cielo. Babilonia la Grande, la madre
de todas las fornicaciones y abominaciones de la tierra, será destruida y de
toda esa perversa generación de víboras no quedará piedra sobre piedra.
Asombrado dije:
-íOh! Madre mía, ¿nos encontramos ante un callejón
sin salida?
Respondió la Adorable:
-¿Quieres hacer un negocio conmigo?
-Claro que sí.
-Entonces tú abres el callejón sin salida -continuó
diciendo— y yo los mato.
Abrir tal callejón, mis queridos hermanos, eso es lo
que estamos haciendo, estamos en estos instantes formando el Ejército de
Salvación Mundial, sí. Dichosos los que sepan aprovechar este callejón, porque
quiero que sepáis en forma concreta, clara y definitiva, que todo esto que
actualmente veis en el mundo será destruido.
Cuando aquel planeta, que está viajando rumbo a
nuestro mundo, hacia el planeta Tierra, se vaya acercando, obviamente quemará
con sus radiaciones todo aquello que tenga vida. Con su aproximación, el fuego
líquido del interior de la tierra será atraído magnéticamente, y entonces
brotarán por doquiera, acá y acullá, volcanes en erupción y habrán terremotos
espantosos nunca antes vistos ni sentidos; lava y cenizas por doquiera.
Dicen las Sagradas Escrituras que por aquellos días el
sol se oscurecerá y no dará su luz. Obvio, mis queridos hermanos, aquel astro
viajero, aquel que viene a chocar con nuestro mundo terrestre, se interpondrá
entre el resplandeciente sol que nos ilumina y este nuestro afligido mundo.
Entonces habrán tinieblas muy espesas, movimientos
telúricos terribles y ayes lastimeros, subirá espantosamente la temperatura,
la gente huirá por doquiera, aquí, allá y por más allá y no habrá remedio, no
tendrá ya escapatoria la humanidad en ninguna parte.
Por último, el depósito de hidrógeno de nuestro
planeta Tierra se incendiará y todo arderá en un gran holocausto en medio del
espacio infinito. Así pues, hermanos, cuando aquel mundo que viene a chocar con
el nuestro se aproxime, la muerte con su guadaña cegará millones y millones de
vidas. Cuando suceda el choque meramente físico, ya no habrá nadie vivo. ¿Quién
podría resistir? Así termina, mis caros hermanos, una civilización perversa,
así sucumbirá esta civilización de malvados.
Lo que estoy diciendo ahora podrá pareceros algo
exótico y extraño, lo mismo les parecía a los atlantes en aquellos días antes
del Diluvio Universal, antes de que las aguas se tragaran aquella humanidad. Muchos
se reían, raros fueron aquellos que escucharon al Manú Vaivaswata, quien fuera
el auténtico Noé Bíblico y quien sacara a su pueblo selecto, a su Ejército de
Salvación Mundial de la zona de peligro y lo llevara hasta la Meseta Central
del Asia, pasando por dondequiera que hallé tierra seca.
Entonces los perversos, los magos negros, los señores
de la faz tenebrosa, desesperados murieron. Hoy, hermanos, estamos hablando
como hablábamos en la Atlántida, hoy estoy profetizando como profeticé también
en el continente sumergido.
Hoy estoy advirtiendo como advertí en aquella época.
Sólo hay una diferencia: en aquel tiempo la tierra de la Atlántida, con todo
cuanto en ella había, pereció por el agua y ahora nuestra tierra actual sucumbirá
por el fuego. Así pues, mis caros hermanos, después del gran cataclismo sólo
habrá fuego y vapor de agua, un gran caos.
Esta tierra quedará deshabitada. Los selectos serán
sacados de la zona de peligro y llevados a otros mundos. Cuando la tierra esté
en condiciones de tener nuevamente semilla humana en su faz, aquellos que hayan
sido llevados y que en otro mundo del espacio infinito se hayan cruzado con
otras razas, serán traídos de nuevo a poblar su faz transformada, esa tierra
del mañana, la Nueva Jerusalem de la cual habla el Apocalipsis de San Juan.
Recuerden ustedes que habrán cielos nuevos y tierra
nueva, en eso están de acuerdo todos los profetas y es, precisamente, sobre esa
tierra nueva donde van a resucitar las gloriosas civilizaciones esotéricas del
pasado. La Sexta Gran Raza Raíz del futuro será una mezcla de nuestra semilla
humana terrestre con lo mejor de la semilla de otros mundos.
Quiero que comprendáis, pues, que la
resurrección de las pasadas civilizaciones será un hecho concreto. En la
primera subraza de la Sexta Gran Raza Raíz resucitará aquella cultura, aquella
civilización esotérica que floreciera a raíz de la sumersión de la Atlántida
en la Meseta Central del Asia, en la primera edad de esta nuestra Quinta Raza.
La segunda subraza de la futura Sexta Raza Raíz será
también grandiosa, porque entonces veremos la resurrección de esas poderosas
culturas que florecieron en el sur del Asía, la cultura Prevédica, la de la
sabiduría de los Rishis, la de las grandes procesiones con elefantes sagrados,
de los antiguos tiempos indostánicos, etc., e te., etc.
La tercera subraza de la futura Sexta Raza Raíz, allá
en esa tierra transformada del mañana, resucitará, resurgirá la poderosa
civilización de Egipto. Entonces habrá un nuevo Nilo y nuevas pirámides y esfinges
y millones de almas egipcias regresarán, reencarnarán para hacer resplandecer
la sabiduría Neptuniano-amentina sobre la faz de la tierra, con todo su
esplendor y brillantez.
En la cuarta subraza de la futura Sexta Raza Raíz, en
la tierra nueva del futuro, volverá a resurgir entonces con todo su poder la
cultura Grecorromana, con los misterios de Eleusis, con los misterios sagrados
de la Antigua Roma, etc., etc., etc. Y habrá una quinta subraza, en la cual se
repetirán ¡os estados de la civilización Anglosajona, Teutona, etc., pero en
una forma mucho más elevada, más espiritual.
Sin embargo, no podrá evitarse que en aquella época
existan algunos fracasos y los habrá, eso es claro. Con la sexta subraza
resplandecerá una cultura muy análoga a esta raza que puebla nuestro continente
Iberoamericano, pero repito: en una octava de orden superior.
Y por último, en la séptima subraza de la futura Sexta
Raza Raíz, en una tierra transformada del futuro, con cielos nuevos y mares
nuevos, florecerá muy semejante, dijéramos, a la que hay actualmente en los
Estados Unidos, pero inmensamente más espiritual; sin embargo, no podrán
evitarse nuevos y nuevos fracasos.
Por último vendrá, mis caros hermanos, otra gran catástrofe,
que será en aquella época causada por el agua, y al final de los tiempos
resurgirá un último continente, un póstumo continente donde florecerá la
Séptima Raza Raíz.
Hoy sólo me limito a recordar que nos preparamos para
un gran cataclismo, para que quienes quieran engrosar las filas del Ejército de
Salvación Mundial vengan con nosotros. Aquellos que nos sigan serán sacados de
la zona de peligro en el momento preciso, adecuado, indicado por la Gran Ley.
Aquellos que no nos sigan, esos que no acepten las
enseñanzas, esos que rechacen el gnosticismo, el esoterismo, la sabiduría
antigua, incuestionablemente perecerán. Habrá, pues, una acontecimiento
extraordinario, algo muy similar a lo que ya os dije sucedió en los antiguos
tiempos, cuando fue destruido el continente atlante.
La poderosa civilización del futuro, la Edad de Oro,
la Edad de la Luz y del Esplendor, sólo surgirá después de la gran calamidad
que se avecina. Ahora no es posible, sencillamente porque el ego no puede crear
culturas divinales. El ego no es capaz de permitir la resurrección de las
antiguas civilizaciones de tipo esotérico-espiritual.
Así pues, quienes profeticen diciendo que en el año
2,000 ó 2,007 se iniciará la edad del esplendor y de la luz, están
completamente equivocados. Créanme ustedes, en nombre de la verdad, que tal
edad sólo podrá ser edificada por el Ser, por lo divina], por Jo más decente
que tenemos en lo más profundo de nuestra conciencia, jamás por el mí mismo,
por el sí mismo, por el yo.
Quiero decirles a nuestros hermanos gnósticos que se
preparen, quiero aconsejarles que disuelvan el ego. Deben morir en sí mismos,
eliminar el mí mismo.
Sólo el Ser puede originar poderosas civilizaciones de
luz. Sólo aquellos que hayan muerto en sí mismo podrán salir victoriosos en la
hora postrera. Sólo eso no entrarán al abismo, sólo esos podrán vivir en 1 Edad
de Oro sin necesidad de pasar por la muerte segunda.
En mi obra titulada El Misterio del Aureo Florecer
enseño a ustedes el uso de la lanza. Es necesario saber manejar la lanza de
Longibus, el arma de Eros para destruir a todos esos agregados psíquicos que
constituyen el ego, el mi mismo, el sí mismo. Indubitablemente, en la forja de
los cíclopes podemos realizar maravillas, es allí donde podemos crear el Soma
Puchicon, es decir, el traje de bodas del alma.
Es también allí donde podemos nosotros manejar esa
arma maravillosa, esa arma de Eros con la cua. es dable destruir a los
agregados psíquicos que constituyen el sí mismo. Cuando nosotros hayamos eliminado
radicalmente el ego, sólo quedará en nuesto interior el Ser, lo divinal, eso
que es perfecto.
Créanme ustedes, mis caros hermanos, que el ego nos
hace feos en el sentido más completo de la palabra. Aquellos que llevan dentro
el ego, indudablemente irradian ondas de la izquierda, siniestras, tenebrosas,
abominables. Cuando se ha realizado la muerte en si mismo, solamente queda en
el interior de cada cual, en el interior profundo, la belleza y de esa belleza
emana eso que se llama amor.
¿Cómo podríamos nosotros hoy sinceramente irradiar el
amor, si llevamos dentro el ego? Es necesario que el ego sea destruido, para
que en nosotros quede únicamente el amor. Hermes Trismegisto dijo: TE DOY AMOR,
EN EL CUAL ESTA CONTENIDO TODO EL SUMMUM DE LA SABIDURIA.
Amar es lo fundamental. El amor nos hace realmente
sabios en todos los aspectos de la existencia, pues es en verdad el summun de
la sabiduría.
La auténtica sabiduría no es de la mente, sino del
Ser; es un funcionalismo de la conciencia, síntesis gloriosa de eso que se
llama amor, porque el amor es el summun de toda ciencia, de todo conocimiento
real y verdadero.
La mente, mis caros hermanos, no conoce la verdad,
está embotellada en el ego, nada sabe sobre lo real.
Destruyamos al ego, libertémonos de la mente, para que
quede en nosotros lo verdadero, lo que es el Ser, lo real.
En El Misterio del Aureo Florecer enseño a manejar
esa arma extraordinaria que es la lanza y que ahora repetimos con el ánimo
sincero de que ustedes la aprendan a manejar en forma precisa y puedan destruir
cada uno de los agregados psíquicos que constituyen el yo pluralizado, el ego,
el mí mismo, el sí mismo. -
Precisamente es en la forja de los cíclopes donde
debemos invocar a Devi Kundalini, a nuestra Divina Madre Cósmica particular,
para que con la lanza nos elimine tal o cual defecto psicológico, es decir, tal
o cual agregado psíquico, tal o cual error, tal o cual yo. Obviamente, Ella con
su arma podrá hacerlo y así iremos muriendo de instante en instante, de momento
en momento.
No basta comprender un defecto, es necesario eliminarlo.
La comprensión no es todo, se necesita ¡a eliminación. Nosotros podemos rotular
un defecto con distinto nombre, pasarlo de un departamento a otro de la mente,
etc., pero jamás alterarlo fundamentalmente. Necesitamos de un poder superior
a la mente capaz de eliminar tal o cual error. Afortunadamente se halla tal
poder en estado ¡atente dentro de cada uno de nosotros, obviamente estoy
hablando de Devi Kundalini, la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes. Sólo
implorándole a Ella podemos conseguir que nos elimine el defecto que hemos
comprendido íntegramente.
Muriendo así, de momento en momento, como ya lo hemos
indicado, llegará el instante delicioso en que dentro de cada uno de nosotros
sólo morará lo divinal, lo perfecto, el Ser, eso que es lo real.
Aquellos que realmente quieran venir a formar parte
de la futura civilización, aquellos que no quieran ahora descender en la
involución sumergida entre las entrañas de la tierra, deben disolver el ego.
Estamos, pues, ante un dilema: o disolvemos el ego por nuestra propia cuenta,
por nuestra propia voluntad, o nos lo disuelven.
Si no nos resolvemos a disolverlo, si no lo desintegramos,
entonces la naturaleza se encargará de hacerlo en los mundos infiernos, en las
infradimensiones del Cosmos, dentro de las entrañas vivas de este planeta en
que vivimos. Pero, ¿en qué condiciones? A través de infinitas amarguras, de
interminables sufrimientos y espantosos padecimientos, imposibles de describir
con palabras.
Reflexionad, os invito a reflexionar muy detenidamente
sobre este aspecto y a morir en sí
mismos, comprended mis palabras que para muchos puede ser la última oportunidad
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