miércoles, 2 de abril de 2014

IV HABITANTES DEL SOL SIRIO



IV

HABITANTES DEL SOL SIRIO


Sirio es la capital, dijéramos, de toda esta galaxia en que vivimos. Esta galaxia, la Vía Láctea, el Ma­crocosmos, tiene muchos millones de sistemas solares y todos los soles y planetas giran alrededor del Sol Central Sirio. Sirio es millones de veces más grande que el sol que nos alumbra y tiene un hermano ge­melo que es una Luna, 5,000 veces más densa que el plomo. Esa Luna gira alrededor de Sirio en forma incesante; Sirio es, pues, una estrella doble.
Resulta muy interesante saber que el núcleo mismo de esta gran galaxia esté debidamente polarizado.
De Sirio mismo devienen todas esas irradiaciones que gobiernan a todos los supracielos de los diversos mundos que componen la galaxia y de su hermano ge­melo, esa Luna tan pesada, 5,000 veces más densa que el plomo, devienen todas esas influencias negati­vas, tenebrosas que caracterizan a cada uno de los satélites-lunas que giran alrededor de sus mundos; ra­diaciones fatales, siniestras, que gobiernan los infrain­fiemos.
Hay una tercera fuerza que llamaríamos neutra, la cual permite cierto equilibrio entre los poderes po­sitivos y negativos. Vean ustedes cómo la galaxia está debidamente equilibrada entre la luz y las tinieblas, entre los positivo y lo negativo. Sirio en sí mismo es un mundo gigantesco que tiene rica vida minera!, vegetal, animal y humana. Sus ha­bitantes son de muy poca estatura, no alcanzan a te­ner ni siquiera un metro de alto, yo creo que tienen corno medio metro; delgados de cuerpo y con hermosa presencia, son verdaderos Adeptos de la Blanca Hermandad.
En Sirio no puede reencarnarse nadie que no haya alcanzado la estatura de un Kumâra; allí aquellos hombres son verdaderos dioses. Viven humildemente en los campos y a nadie se le ocurre construir ciuda­des; eso de hacer ciudades es propio de gente no in­teligente. Los habitantes de Sirio jamás caerían en semejante error.
Tienen humildes casas, usan túnicas tejidas sencilla­mente. Cada casa tiene su huerta donde el siriano cultiva sus alimentos y sus jardines donde cultivan sus flores. Viven en paz y armonía todos, unos con otros.
A nadie se le ocurriría hacer allí guerras ni nada por el estilo, pues todo eso es bárbaro y salvaje. Los sirianos son gente muy culta, verdaderos hombres ilu­minados en el sentido más trascendental de la palabra.
Allí está la Iglesia Trascendida, uno se asombra cuando penetra a ese templo de maravillas. Allí ofi­cian los grandes iniciados de la galaxia; yo he asisti­do varias veces a las ceremonias.
Constantemente se hace pasar o se vive allí el Drama Cósmico, la vida, pasión y muerte del Cristo. En el templo corazón de aquel mundo gigantesco, de aquel sol extraordinario, encontramos al dios Sirio y con él a todos sus iniciados, sus discípulos. Realmen­te Sirio es la capital de la gran galaxia en que vivi­mos.
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